El valor del descanso y la prevención de la fatiga

En KEVAL vemos cada año el mismo patrón: el inicio de curso llega con prisas, promesas espartanas y un alto coste fisiológico. Por eso, en este artículo analizamos el valor real de descansar con propósito y cómo evitar caer en la trampa de la fatiga crónica que amenaza al cuerpo y a la mente cuando no se respetan los tiempos de recuperación.

17/9/2025
Salud

En KEVAL vemos cada año el mismo patrón: el inicio de curso llega con prisas, promesas espartanas y un alto coste fisiológico. Por eso, en este artículo analizamos el valor real de descansar con propósito y cómo evitar caer en la trampa de la fatiga crónica que amenaza al cuerpo y a la mente cuando no se respetan los tiempos de recuperación.

Descansar también es salud

Nuestra cultura a menudo asocia el descanso con la pereza. Pero desde el punto de vista clínico, el descanso no es una pausa; es un proceso activo y fundamental para mantener la homeostasis del organismo.

Descansar no es solo dormir bien (que también), sino permitir que el sistema nervioso se regule, que las hormonas se estabilicen y que la inflamación se reduzca. Cuando no paramos en todo el año y encima vivimos las vacaciones como una sobrecarga de estímulos (alcohol, comidas ultraprocesadas y cambios drásticos de ritmo), no estamos descansando, solo estamos cambiando una forma de estrés por otra.

Las consecuencias reales de no parar

Cuando volvemos a la rutina sin haber recuperado energía de verdad, el cuerpo lo nota. Y no lo dice con palabras, lo dice con síntomas ya que te cuesta dormir aunque estés cansado, te levantas sin ganas, te invade una sensación de niebla mental que no sabes explicar, y por más café que tomes, no logras arrancar del todo.

Detrás de esa sensación de agotamiento hay una realidad fisiológica. El cortisol (la hormona del estrés) se mantiene alto porque tu sistema sigue en modo alerta, como si no hubiera desconectado del todo. A esto se suma una inflamación de bajo grado que, aunque no duela, está presente: consecuencia de comidas desordenadas, falta de sueño profundo y poca actividad física. Las glándulas suprarrenales, que deberían ayudarte a modular el estrés, empiezan a fallar, y aparece la llamada fatiga suprarrenal (un agotamiento que no mejora con descanso convencional).

Además, es frecuente que el metabolismo del azúcar también se altere. Después de semanas de excesos y de menos movimiento, la respuesta a la insulina se vuelve menos eficaz, y eso se traduce en picos de glucosa, hambre repentina o incluso ansiedad sin motivo aparente.

Nuestros doctores lo explican de forma muy clara: “Muchos pacientes vienen de vacaciones con niebla mental, cansancio inexplicable y picos de glucosa disparados. Y creen que la solución es exigirse más… cuando lo que necesitan es reequilibrar su metabolismo con cabeza y con respeto al cuerpo”.

Cómo evitar el bajón: enfoque integrativo desde KEVAL

En lugar de imponer castigos autoimpuestos como “ahora toca hacer todo perfecto”, apostamos por acompañar al cuerpo en su readaptación. ¿Qué significa eso? Cuidar el intestino, la microbiota, el sistema hormonal, los ritmos circadianos y el sistema nervioso. Porque cuando el cuerpo se siente seguro, se regula solo.

Estas son algunas claves del enfoque integrativo que aplicamos en consulta:

  • Recuperar la flexibilidad inmuno-metabólica, es decir, la capacidad del cuerpo para adaptarse sin colapsar.
  • Rebajar la inflamación sistémica que deja el verano (alcohol, ultraprocesados, cenas tardías…).
  • Ajustar el ritmo circadiano, cenando al menos 2 horas antes de dormir y exponiéndose a luz natural por la mañana.
  • Rehidratar y mineralizar el cuerpo tras la pérdida de agua y electrolitos (por sudor, alcohol y baja actividad física).
  • Reincorporar el movimiento sin forzar, con caminatas en ayunas, estiramientos y actividad suave que active la lipólisis sin elevar el cortisol.

Herramientas que sí funcionan: descanso, movimiento, nutrición

1. Alimentación reguladora
El objetivo no es comer menos, sino mejor. Recuperar la saciedad real y evitar picos de insulina es fundamental. Para ello, puedes optar por estrategias como:

  • Días bajos en carbohidratos (low carb) o incluso fases cetogénicas moderadas durante una o dos semanas.
  • Grasas saludables (AOVE, frutos secos, pescado azul) en lugar de grasas saturadas.
  • Fibra, vegetales y proteínas completas para estabilizar el apetito y la glucemia.

2. Ayuno con sentido común
El ayuno intermitente (de 12 a 14 horas) puede ayudar si se acompaña de una cena temprana y un desayuno no forzado. No se trata de saltarse comidas sin más, sino de permitir que el cuerpo entre en autofagia y mejore su sensibilidad a la insulina.

3. Movimiento inteligente
Nada de “ahora me apunto a crossfit cinco días por semana”. Durante la primera fase postvacacional, basta con caminar 10.000–15.000 pasos al día. El ejercicio en ayunas, suave y prolongado, activa la quema de grasa sin generar picos de estrés.

Más adelante, ya se puede incorporar ejercicio funcional o fuerza explosiva, reintroduciendo carbohidratos estratégicamente antes y después del entrenamiento.

4. Suplementación en momentos clave
Algunas ayudas que recomendamos para esta etapa incluyen:

  • Berberina, un potente sensibilizador a la insulina.
  • Ácido alfa-lipoico y acetil-L-carnitina, para mejorar el metabolismo lipídico.
  • Magnesio + glicina, para modular el sistema nervioso y facilitar el descanso nocturno.
  • Creatina y aminoácidos esenciales, cuando se reintegra el entrenamiento de fuerza.

Siempre bajo supervisión profesional.

En resumen: descansar también es avanzar

La fatiga no se combate a base de más exigencia, sino entendiendo qué necesita realmente tu cuerpo. El descanso bien gestionado es una herramienta de salud potente. No lo veas como una debilidad, sino como una estrategia clave para mantener tu bienestar físico, mental y hormonal.

No importa si vienes de un verano lleno de excesos o de una etapa complicada: el cuerpo, bien acompañado, tiene una capacidad asombrosa de recuperarse.

Consejo KEVAL

No te castigues por no haber hecho todo “perfecto” este verano. Agradece haber parado, aunque haya sido caótico, y empieza de nuevo con intención, no con culpa. Tu cuerpo no necesita castigo, necesita cuidado.

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